Miserables y adictos a las primicias

Es el cadáver de Santiago Maldonado, de eso quedan pocas dudas y sólo falta lo que los exasperantes tiempos judiciales así lo confirmen, pero ni siquiera el impacto de la noticia amerita que se vulnere la dignidad de una persona muerta y mucho menos se potencie el dolor de una familia, de sus amigos, de sus compañeros de lucha por los derechos vulnerados.

Quienes filtraron las imágenes lo hicieron no con sentido del oportunismo de la primicia, lo hicieron para mandar un mensaje mafioso: “Esto te puede pasar, desaparecer, morir y que ni siquiera se respete tu persona después que te matamos”.

Quienes lo viralizaron a través de redes que cada día tienen más de antisocial que de social, tienen otros motivos, en algunos casos simplemente el morbo, otros directamente para burlarse en actitudes canallescas, otros porque se creen los pícaros del barrio y están quienes desde el periodismo tienen una especie de adicción por la primicia, aunque esta sea sin chequear fuentes ni poner en la balanza el daño a terceros y hasta el entorpecimiento de la investigación.

Afortunadamente fueron más los periodistas que se comportaron de manera ética y profesional que aquellos que incurrieron en la barbarie por un simple retuit más en sus cuentas, esas que tanto les gusta alimentar teléfono en mano sin investigar ni preguntarse qué hay detrás del caso Santiago Maldonado.