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Infancias arrasadas: el trabajo infantil, un flagelo bien capitalista

Más de 152 millones de niños y niñas en el mundo son explotados laboralmente, con aval de los Estados y la “vista gorda” de organismos internacionales. En Argentina, 763.544 niños y niñas de entre 5 y 15 años realizan tareas en diversas áreas de la producción.

12 de junio de 2019| Andrea López |

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), casi la mitad del trabajo infantil, 72 millones, se concentra en África; 62 millones en Asia y el Pacífico; 10,7 millones en América; 1,1 millones en los Estados Árabes; y 5,5 millones en Europa y Asia Central.

Los capitalistas explotadores son de todos los tamaños. Entre las grandes empresas agropecuarias, mineras y textiles acusadas de este tipo de crimen (y de obtener mucha ganancia con él) están como Nike, ZARA, Adidas, Benetton y Tommy Hilfiger.

¿Qué dicen los organismos internacionales?
Según la OIT, el término trabajo infantil “se refiere a cualquier trabajo que es física, mental, social o moralmente perjudicial para el niño, afecta su escolaridad y le impide jugar. Se les niega la oportunidad de ser niños. Más de la mitad de estos niños están expuestos a las peores condiciones laborales, como trabajar en ambientes peligrosos. Muchos otros directamente están reducidos a la esclavitud y otras formas de trabajo forzoso, o actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y la prostitución”.

Cínicamente la misma OIT llama trabajo a la esclavitud y a la prostitución infantil, como si esas formas de dominación y degradación humana tuvieran algo que ver con las labores propias de la clase trabajadora. Según sus propios datos, más de 70 millones son sometidos a estas terribles formas de explotación. Pero a lo largo de su existencia, éste y todos los organismos internacionales (como Unicef o la OEA), más allá de sus discursos y sus “proyectos” (en los que gastan fortunas) en poco y nada han contribuido para erradicar semejante brutalidad en pleno Siglo XXI.

Poco se puede esperar de organismos como la ONU, gobernada por los países más poderosos del mundo, con poder de decisión para manejar el destino de millones de personas, llevando adelante guerras y planes de ajuste que los condenan a la miseria e incluso la muerte todos los días.

La misma ONU publicó un informe a fines de abril en el que afirma que, en todo el mundo, cada día mueren 18.000 niños y niñas por hambre. Como denunció el diputado nacional Nicolás del Caño (PTS-FIT), esa estadística es la muestra más brutal de que el capitalismo, sus Estados, instituciones y organismos internacionales sólo tienen miseria, degradación y violencia para ofrecer.

Y no se puede dejar de mencionar el cinismo de la Iglesia católica y las demás poderosas instituciones religiosas que, al tiempo que “acompañan espiritualmente” a la población y hasta denuncian muchas de estas vejaciones sobre la niñez y la adolescencia, mantienen estrechos lazos y se financian con los mismos Estados y las mismas empresas que se benefician de esa superexplotación.

Argentina
Según las últimas cifras oficiales, son 763.544 los niños y las niñas de entre 5 y 15 años que realizan actividades productivas, con mayor incidencia en las áreas rurales (19,8 %) y en las regiones del noroeste y el noreste (13,6 % y 13,1 %, respectivamente). En el caso de los adolescentes de 16 y 17 años, el número asciende a 428.581 (31,9 %).

Según datos de la Universidad Católica Argentina (UCA), en 2018 hubo 246.320 chicos más que realizaron actividades productivas y trabajo doméstico intensivo que en 2017. Son un total de 1.417.567 niños y niñas trabajadores. Los números son similares a los de 2013, lo que muestra que la explotación infantil, pese a los discursos y los maquillajes institucionales, fue mantenida por todos los gobiernos desde hace décadas.

Para la UCA, que calcula sobre la base de chicos de entre 5 y 17 años, en 2018 un 15,5 % realizó algún tipo de trabajo, mientras que en 2017 el porcentaje era del 12 %, o 1.171.247 niños. “Entre 2010 y 2018 se registra una merma de alrededor de un 19 %, sin embargo, este progreso se revierte a partir del último período interanual tanto por un incremento del trabajo doméstico como por el llamado trabajo económico”, dice el informe.

Una encuesta del Indec explica que la intensidad de la jornada laboral es un indicador que compite con el rendimiento educativo: entre los chicos de entre 5 y 15 años, 8,5 % trabaja en poblaciones urbanas y 6,1 %, en rurales, y desarrollan jornadas de 36 o más horas semanales.

Entre los adolescentes de 16 y 17 años, la jornada de trabajo a tiempo completo se intensifica: algo más de uno de cada cuatro varones (26,3 % del medio urbano y 26,6 % del rural) equipara su tiempo de trabajo con el de un adulto ocupado a tiempo completo.

A estos datos, ya de por sí siniestros, hay que agregar otros. Según un informe de la UCA, en el último año la pobreza infantil pasó del 48,1 % al 51,7 %. En tanto, se calcula que 10,2 % son indigentes. El documento señaló que el riesgo alimentario en la infancia subió en el último período interanual, 2017-2018, en un 35 %.

La pobreza se profundizó durante el macrismo, pero eso no es exclusivo del gobierno de los CEO,. Entre 2010 y 2015 nunca fue inferior al 40 %, según la misma medición.

La ley capitalista que ni los mismos capitalistas cumplen
En Argentina la Ley 26.390 (sancionada en 2008) establece que la edad mínima para trabajar es de 16 años, con autorización de los padres hasta los 18 años. Las personas mayores de 14 pueden ser ocupados en empresas cuyo titular sea su padre, madre o tutor, en jornadas que no podrán superar las tres horas diarias, y las quince horas semanales, siempre que no se trate de tareas penosas, peligrosas y/o insalubres, y que cumplan con la asistencia escolar. No puede ocuparse a personas de 16 a 18 años en ningún tipo de tareas durante más de seis horas diarias o treinta y seis semanales.

El cinismo de los funcionarios nacionales, nada tiene que envidiarle al de los organismos internacionales. Martín De Nicola, Coordinador de Políticas de Erradicación del Trabajo Infantil y Protección del Trabajo Adolescente de la Secretaría de Producción y Trabajo, en declaraciones periodísticas afirmó que “en las zonas en las que el trabajo infantil está naturalizado es muy difícil trabajar porque tenés que llegar con un mensaje diferente a los que las familias tienen incorporado como algo cotidiano. Actualmente estamos tratando de desnaturalizar el trabajo infantil en el agro, en el ambiente artístico y en el ámbito urbano”.

De Nicola responsabiliza a miles de familias que, obligadas ante la miseria en la que viven, no tienen más remedio que aceptar cualquier trabajo en terribles condiciones para poder comer, incluyendo tener que trabajar todos sus integrantes para que los míseros salarios a destajo que reciben les alcance al menos para comer.

El funcionario omite decir que en Jujuy, el gobernador aliado al gobierno nacional Gerardo Morales avaló en noviembre del año pasado que 45 niños y jóvenes de entre 10 y 17 años trabajen en zonas de campo en tareas de encañe y desencañe de tabaco, desflore de tabaco, plantaciones, tareas de peón general, carga y descarga de estufas y hasta modelos de ropa infantil, entre otros.

Luego de que el gobernador de Jujuy avalara semejante práctica ilegal, el diputado provincial Marcelo Nasif justificó el empleo de niños y niñas para “tareas livianas” como “encañar y desencañar tabaco”. El integrante del interbloque Cambia Jujuy, que responde a Morales, advirtió: “Hay algunos que si de chicos ni ven una pala, cuando la ven de grande se infartan”. ¿El diputado habrá agarrado una pala en su vida? La respuesta negativa es más que evidente.

La dirigencia sindical, en todas sus alas, que permite que el Gobierno nacional y provinciales, pasen el ajuste, que las paritarias cierren a la baja, que no defiende ni a los desocupados, ni a los empleados con contratos precarios, o directamente que trabajan sin contrato, también miran para otro lado cuando de explotación infantil se trata.

Gerónimo Momo Venegas, amigo de Mauricio Macri, dirigió el gremio de trabajadores rurales, Uatre, durante 25 años hasta su muerte. En todos esos años solo legitimó la explotación de los terratenientes y dejó librados a su suerte a cientos de miles de hombres, mujeres, niños y niñas en los campos de la esclavitud y la trata.

La explotación infantil: cara cruel del capitalismo
Que en pleno Siglo XXI más de 152 millones de niños y niñas sean sometidos a la explotación, que 18.000 de ellos y ellas mueran de hambre todos los días y que esto se sostenga a los largo de toda su existencia, es una muestra más que evidente de que el capitalismo es un sistema social que nada bueno tiene para ofrecer a las grandes mayorías.

Es urgente y posible una salida de fondo ante tanta miseria y crueldad en nuestro país y en el mundo.

En principio es necesario terminar con el sometimiento la FMI, para que los millones que se destinan a pagar deudas e intereses, se destinen a la construcción de viviendas para las familias, con planes de obras públicas absolutamente necesarias que les darían trabajo para poder garantizar que los niños, niñas y adolescentes puedan ir a la escuela todos los días y vivir una vida digna de ser vivida.

Por las actuales y nuevas generaciones, es fundamental la pelea por cambiarlo todo de raíz. (LID)

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