En homenaje a los abogados desaparecidos en la Noche de las Corbatas

Mientras el ex juez de La Rioja Roberto Catalán fue recientemente condenado por su responsabilidad en decenas de detenciones y torturas en aquella provincia, y Pedro Hooft y Otilio Romano, ex jueces de Mar del Plata y Mendoza, aún evaden la prisión con la complicidad de sus pares, por su rol en esas provincias durante la última dictadura genocida, la memoria de muchos abogados militantes, como los caídos en La Noche de las Corbatas, continúa clamando por juicio y castigo.

Permanece en mi memoria el homenaje que nuestro fallecido compañero del CeProDH, "Polo" Denaday, rindiera a uno de los abogados clasistas asesinados por la Triple A, Cuqui Curuchet, en el marco de un encuentro de abogados militantes en Rosario, allá por 2008. Entonces, Polo, que había retornado años antes a su Neuquén natal a militar al calor de gestas cruciales de la lucha de clases como la de Zanon, contaba al resto de las corrientes presentes, como el CeProDH había decidido en pleno reflujo de los años ’90, y pese a importantes diferencias estratégicas de por medio con la figura en cuestión, impulsar con todo orgullo, una agrupación en la Facultad de Derecho de la UBA, denominada "Cuqui Curuchet", en homenaje a la historia militante de éste y otros tantos compañeros que habían sido parte de una generación militante que desde el CeProDH y el PTS reivindicamos, y que dieron hasta su vida en el marco del último ascenso obrero que vivió la clase obrera de nuestro país.

En el CeProDH, cada militante que se une a la militancia, ya sea a partir de la experiencia de quien suscribe, o de los compañeros que se suman durante los últimos años, lo hacemos en homenaje desde nuestra práctica cotidiana, a la enorme predisposición militante de cientos de compañeros durante los años 60 y 70. Esa militancia ponía a los abogados a militar a la par de los obreros, y es en ese sentido, que desde distintos terrenos, no solo desde el derecho laboral, queremos sentar hitos contra el Estado, su justicia y sus fuerzas represivas y por supuesto contra las patronales. Un ejemplo es nuestro empeño en desgastar, en la mayor medida posible, el poder de fuego de su aparato represivo, algo que incluso muchas corrientes de izquierda desestiman como tarea primordial, naturalizando así las facultades del Estado.

Muchos de nosotros somos militantes revolucionarios, por eso también queremos aportar a la construcción de un partido revolucionario de la clase trabajadora y ayudando legalmente a su organización para fortalecer su lucha. Esta tarea no implica convertirse en un mero denunciador: creemos que debe encararse con la audacia y convicción de estar avanzando contra el terreno ganado por los capitalistas, y disputándolo para la mejor organización de nuestra clase. No puede ser otro, sino ese, nuestro mejor homenaje y motivo de orgullo hacia los compañeros asesinados por la dictadura militar. A la memoria de ellos y a la organización de nuestra clase, van dedicados nuestros esfuerzos.